jueves, 23 de agosto de 2007

El coste de la madurez (o como Natalie Portman cambiará tu vida)

Leon (Luc Besson, 1994); Beautiful Girls (Ted Demme 1996) y Garden State (Zach Braff, 2004)

Según a quien preguntes, el mejor o el peor proceso que una persona tiene que afrontar como parte de su desarrollo personal intrínseco a su condición de ser humano es sin duda la madurez. Ese cambio que llega independientemente de la edad ( llega antes o después dependiendo de cada persona, y en algunos casos muy, muy tarde) significa el final de una etapa libre de preocupaciones, de responsabilidades y de toma de decisiones que marcarán el resto de tu vida. A partir de entonces eres tú quien debe afrontar todo esto; pues madurar implica, entre otras cosas, dejar atrás la despreocupación y la comodidad de que los demás velen por ti y empezar a hacerlo por ti mismo; el implicarse más en todos los aspectos de tu vida y aceptar un compromiso con lo que haces y con las personas que te rodean. Y todo esto tú solo y sin red. De ahí que este proceso produzca habitualmente tanto miedo e inseguridad y un impulso de evitarlo a toda costa. Este proceso y sus consecuencias es el denominador común de Leon (Luc Besson, 1994. Leon el Profesional es el título en la versión en castellano); Beautiful Girls (Ted Demme 1996) y Garden State (Zach Braff, 2004. Algo en Común en España). Si bien es cierto que se podrían incluir una lista interminable de películas que comparten este tema; estas tres comparten algo más: a Natalie Portman como punto de partida del cambio de los protagonistas.

Podemos decir que Portman, a pesar de su corta edad, tiene una larga trayectoria cinematográfica plagada de personajes “rescatadores”- además de los aquí mencionados podríamos incluir Closer (Mike Nichols, 2004) entre otros- y de adolescente con mente de adulta -como en A cualquier Otro Lugar (Anywhere but Here, 2000) de Wayne Wang, en la que interpreta a la sensata hija de una irresponsable y alocada Susan Sarandon - de los que hábilmente sale airosa, sin llegar al encasillamiento. Resulta irónico que ella misma sea un ejemplo de madurez adquirida en un ambiente que, se puede decir, no es muy favorable al equilibrio mental. Habiendo empezado tan joven su carrera, muestra una sensatez en sus entrevistas y declaraciones no muy propias de una estrella hoy en día (hoy se estilan más los saltos en el sillón de Oprah gritando que amas a tu prometida). Es celosa de su privacidad y reacia a entrar en el juego de Hollywood, con unas fuertes convicciones respecto a lo que debe enseñar o no de su cuerpo en una película y además sigue estudiando psicología en Hardvard a pesar de que no le falta trabajo. El que siendo tan joven haya tenido que adquirir esta madurez por sí misma, en un ambiente en el que fácilmente puedes perder la cabeza y el sentido de la responsabilidad, incluso el sentido común (véase Lindsey Lohan entre otros…) resulta, si no irónico, curioso cuanto menos, ya que los papeles que interpreta le vienen como anillo al dedo.


En Leon, el personaje que da nombre a la película (interpretado por el gran Jean Reno), asesino de profesión, ha de “hacerse cargo” de Mathilda (Portman), una niña de 12 años cuya familia ha sido brutalmente asesinada por un ajuste de cuentas por parte de un policía corrupto (Gary Oldman). Mathilda no puede soportar la muerte de su hermano pequeño y quiere venganza, y se unirá a Leon para que el le instruya en “el arte” de la matanza. Aunque de primeras pueda parecer descabellado, surrealista y morboso, esta instrucción les servirá a ambos para avanzar en su proceso de madurez. Leon aprenderá que la vida es algo más que el trabajo; lo que es el tener que preocuparse por alguien más que por sí mismo y lo que significa, en cierto modo, la paternidad, adoptando forzosamente este rol para Mathilda. Leon, que hasta entonces hacia gala de la sangre fría que exige su trabajo, se vuelve cálido y paternalista con respecto a su improvisada “hija”, algo que hasta ahora solo había sabido proyectar en una planta a la que cuida con esmero, un detalle para nada arbitrario. El recurso de la planta le sirve a Besson para mostrar que a pesar de todo lo sanguinario que pueda llegar a ser, hay sentimientos y humanidad latentes en el protagonista, que Mathilda-Portman hará salir a la superficie, cambiando a Leon para siempre. Mathilda por su parte encontrará en Leon el cariño paterno del que carecía hasta entonces debido al completo despego de sus padres. Podría decirse entonces que una posible lectura de la película es que, a pesar de la corrupción, violencia y frialdad del mundo que nos rodea, siempre hay una humanidad latente escondida dispuesta a salir con un estímulo adecuado.


En Beautiful Girls no es uno, sino varios, los que no saben asumir el viaje hasta su madurez. La película es un compendio de de diferentes maneras de afrontar este cambio llamado madurez a través de un grupo de amigos cuyo punto en común es la falta de ganas (o valor) para crecer, para asumir que son adultos. Willie (Timothy Hutton), uno de los protagonistas, es incapaz de terminar de comprometerse con su perfectísima novia y dar el paso de casarse. Al volver a su pueblo natal tras mucho tiempo conocerá a su nueva vecina Marty, una chica de unos 13 años muy sagaz y bastante madura para su edad (“an old soul” dice de sí misma). Su desparpajo y su soltura cautivan a Willie, que acaba confesando a su amigo Michael (Noah Emmerich) tras una noche de juerga y muchas copas de más, que se siente atraído por ella. Pero en realidad su “atracción” por ella no es más que el reflejo (y consecuencia) de su preocupación por hacerse adulto. Marty representa la juventud, la “inocencia”, la despreocupación del no-adulto; todo eso que Willie teme perder al aceptar el compromiso y la responsabilidad que supone el casarse y asentarse. De hecho, en plena borrachera (que es cuando supuestamente salen las verdades más profundas que en condiciones normales nunca se suelen decir) declara que él quiere esperarla a que crezca, pues la diferencia de edad que ahora les separa no será tan evidente más adelante. Pero lo que Willie realmente quiere es posponer su paso a la vida de adulto; y el esperarla sería la excusa perfecta. Si bien es cierto que el personaje de Portman es el que impulsa el cambio en Willie, no podemos obviar el papel no menos relevante que juega Andera (Uma Thurman) en dicha transformación. Tras un encuentro en el bar, (y alcohol mediante), Andera le descubre como el compromiso con una persona te puede hacer feliz si lo planteas no como el final de una época sino el principio de otra que puede ser igual o más satisfactoria que la anterior. Willie tiene entonces su epifanía y entiende que el compromiso con su novia no es solo un paso lógico, como dicen algunos de sus amigos, sino una decisión que él debe tomar por si mismo como parte de su propio desarrollo personal; un paso que sólo él puede dar.

El caso de Tommy (Matt Dillon) se asemeja bastante al de Willie. Tommy es incapaz de comprometerse en su relación actual con Sharon (Mira Sorvino) porque sigue obsesionado con Darian (Lauren Holly), su amor de instituto. Mantiene una relación en secreto(a voces) con ella, a pesar de que Darian está casada con otro. Este triangulo ejemplifica la transición a la madurez de Tommy, el eterno adolescente, que sigue enganchado a su pasado; lo que le impide llegar a un compromiso con su futura madurez. La relación con Darian es pasional pero irracional, lo que le impide seguir adelante con su actual novia, que representa el lado emocional y de estabilidad que exigiría de él una mayor madurez. Pero Tommy solo tiene su revelación cuando el marido de Darian le da una paliza y ve que es Sharon la que realmente y a pesar de todo esta allí para él. Es entonces cuando realmente admite que no es quien quería ser, o quién un día fue; pero sí tiene a su lado a la chica que imaginaba.

Paul (Michael Rapaport) es otro de esos eternos adolescentes incapaces de ir más allá con su relación. Su novia le ha dejado por un carnicero (siendo ella vegetariana) porque el no era capaz de madurar. Un claro ejemplo de esto es la decoración de su habitación; llena de fotografías y pósters de supermodelos desnudas como si de un quinceañero se tratara. Solo cuando su novia le deja por otro, se da cuenta de que la quiere y decide pedirle matrimonio. Aunque le dice a ella que lo hace como muestra de que sí que quiere comprometerse, en realidad es una medida desesperada por recuperar lo que ha perdido por no saber afrontar su relación con madurez. Y si no ha sido maduro con respecto a su relación, lo mismo puede decirse de su ruptura. Los intentos de Paul por vengarse de su ex son, cuanto menos, pueriles. Por ejemplo, el taponar la entrada de la casa de su ex con masas de nieve o el intentar darle celos bailando con Andera; quién será, por cierto, una de las iniciadoras en el proceso de maduración de Paul, que culmina en la escena en la que él retira, entre lágrimas, la nieve de la puerta de su ex.

Kev (Max Perlich) y Mo son personajes menos redondeados pero que sirven como extremos para ilustrar el antes y el después del proceso de maduración. Kev aparece como un personaje sin ambiciones y completamente despreocupado. No hace referencia a inquietudes personales o relaciones serias. Se podría decir que Kev representa la inmadurez. El texto nos muestra al personaje de Kev como el típico personaje gracioso, imprescindible en cualquier película que quiera etiquetarse como comedia, pero como alguien no muy listo, torpe, el raro del grupo… la película parece intentar decirnos que él es el modelo a evitar, la inmadurez que hay que dejar atrás o acabarás siendo un semi-freak. El contrapunto sin embargo es Mo, quien representa lo que significa hacerse adulto. Es el único de la pandilla que tiene grandes responsabilidades: una familia no disfuncional, hijos y un trabajo fijo. Tiene una vida que podría decirse estable; (recordemos que es una película americana que intenta vendernos el American Dream de happy family al que tan aficionados son en sus películas).


Pero volviendo a Portman, otro de sus personajes-guía es el que interpreta en Garden State. Sam es la chica que hace resurgir los sentimientos que Largeman (Zach Braff) ha tenido reprimidos casi hasta la completa extinción por culpa de la medicación recetada por su propio padre/psiquiatra. El personaje que Portman interpreta aquí podría catalogarse como la “chica-rescata-a-chico” que venimos viendo hasta ahora. Se asemeja a las primeras en su particular visión del mundo, de la vida y de las cosas; tan diferente en contraste con la del protagonista masculino; siendo ella la impulsora de su cambio. Si bien es cierto que el cambio de Largeman no tiene tanto que ver con la madurez, tiene algo en común con ella (aquí si que es apropiada la insólita traducción del titulo al castellano): la búsqueda de uno mismo, el coger las riendas de tu propia vida, encontrarse con determinadas emociones por primera vez… y todo gracias a Portman.

Así que, amigo americano entre los 20 y 50 años, si te encuentras en crisis, tienes dos opciones: obsesiónate con la amiga de tu hija cual Kevin Spacey en American Beauty o pon una Portman en tu vida… te la cambiará.





5 comentarios:

L. Gundesmontir dijo...

Esta crítica me la hago yo misma: es muy larga. Aunque el tema da para mucho,quizá podría haber seleccinado un poco más la información. Al leerlo puede resultar un bombardeo de nombres e ideas que si no tienes la pelicula reciente pueden confundir. no?

angel dijo...

La idea de desarrollar un concepto (el proceso de madurez en este caso), relacionando varias películas, me parece un trabajo muy interesante (también he hecho algún ejercicio de este tipo).
Me ha gustado como está planteado, lastima que yo ya sea muy mayor y no esté en consonancia con el cine más joven.
En cuanto a tu autocrítica sobre la extensión, quizás sea una formula que requiera mucho espacio necesariamente. Eso claro, en un blog, y para los que leemos a saltos, sí que puede ser un handicap.
De todas formas enhorabuena, a sufrir la responsabilidad de bogger, y te tendré presente para ver tus sugerencias, espero que frecuentes.

39escalones dijo...

Me parece un artículo muy interesante, y desde luego, su extensión es adecuada (te lo digo yo, que soy permanentemente acusado de escribir posts muy largos). Es importante apuntar datos, incluso cuando a veces son muchos y diversos. Cada dato es, en el fondo una referencia que permite al futuro espectador incrementar su interés, o al que ha visto ya las películas, le propone nuevas reflexiones o puntos de vista de lo que ha visto.
Me parece estupendo seguir en esa línea.
Por cierto, te enlazo.

Saludos

angel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ivan dijo...

la verdad, no tengo las películas recientes para dar una opinión a fondo sobre tus puntos de vista, deberia revisarlas, pero tampoco me parece nada largo, en realidad, me parece lo correcto para cualquier cinéfilo que se precie de serlo.
Recién descubierto tu blog, muy interesante, estaré atento
un saludo