martes, 21 de agosto de 2007

La primera review

Devuelveme mi vida, por favor!
Garden State
(Zach Braff, 2004






A veces, antes de ver una película, nos cuesta decidir qué clase de historia quisiéramos ver: una que nos haga reír o una que nos haga llorar; una que simplemente nos entretenga durante un par de horas, o una que nos haga que reflexionar sobre la complejidad del ser humano. Si estás buscando una película que pueda satisfacer a la vez todos estos “impulsos fílmicos”, ésa es Garden State (Algo en Común es –incomprensiblemente- el titulo en castellano).





Garden State no pasó inadvertida en los festivales de cine independiente en los que participó, cosechando un satisfactorio éxito entre crítica y público. La película está escrita y dirigida por Zach Braff, quien también la protagoniza. Braff hizo una breve aparición como el hijo de los Lipton en “Misterioso asesinato en Manhattan” de Woody Allen; y es especialmente conocido por su papel cómico como doctor J.D, el protagonista de la serie de televisión Scrubs. El humor algo simple y muy visual de esta serie se mezcla en Garden State con un sentido del humor bastante mas sutil e irónico, algo que caracteriza también a otros trabajos de Braff como actor: The Broken Hearts Club: A Romantic Comedy (2000) [El Club de los Corazones Rotos: una Comedia Romatica] or The Last Kiss (2006). Braff también ha seleccionado personalmente cada canción de la película, lo que le valió un premio Grammy.


La película cuenta la historia de Andrew Largeman (Zach Braff) que vuelve a su antigua casa en New Jersey (el llamado Garden State ) durante un fin de semana después de nueve años viviendo lejos de allí. La razón: el entierro de su madre. Su padre, psiquiatra de profesión, tiene a Largeman sobremedicado desde hace años (más adelante se descubre el por qué), de tal manera que reprime cada sensación o sentimiento que él pudiera tener, siendo incapaz de demostrar cualquier clase de emoción. En su vuelta a casa, dejará su medicación a un lado, se reunirá con su viejo amigo Mark (Peter Sasgaard), y se encontrará con Sam (Natalie Portman), cuya particular visión de la vida y las emociones, radicalmente diferente a la de Largeman, cambiarán su vida. Ella será quien le haga reencontrarse con ellas, aceptarlas y tomar las riendas de su vida, consiguiendo el valor necesario para enfrentarse a su padre.



La película nos demuestra que nuestras vidas, por una razón u otra, no están siempre bajo nuestro control. Es algo que tenemos que conseguir, es parte de lo que nos hace ser humanos. Los protagonistas, así como los personajes secundarios, se sienten cohibidos por alguna razón, lo que evita que dirijan sus propias vidas. La vida de Largeman es controlada por la medicación de su padre y su propia culpabilidad; Sam por sus propias mentiras compulsivas; Mark por las relaciones de su madre y su forma de vida… Los tres intentarán conseguir mantener sus vidas bajo control otra vez con la ayuda de los otros.


A pesar de que el tema principal de la película -la vuelta al hogar, el primer amor verdadero, la desorientación de un grupo de gente de veintitantos etc - ha aparecido en muchas otras películas antes que ésta, hay algo fresco en Garden State. La manera espontánea en la que se cuenta la historia mantiene a espectador deseoso de saber cada vez más sobre los protagonistas y de qué va a suceder después con ellos; lo que hace de ésta una película muy agradable y fácil de ver. Toda esta espontaneidad y frescura tiene mucho que ver con un conjunto de grandes interpretaciones (especialmente la de Portman) y una interesante mezcla homogénea de convenciones de diferentes géneros.

La película es un compendio de clichés de diversos géneros dispuestos de tal manera que hacen que el espectador pase sutilmente de la risa a casi el llanto. No es por casualidad que Garden State se le haya etiquetado muy acertadamente como una “comedia dramática”. Los elementos típicos del drama (tales como el entierro, o la niñez trágica y agridulce del héroe y su consecuente vida vacía y carente de sentido) se demuestran siempre a través de una puesta en escena sofocante, especialmente al principio, que crea una gran identificación con la claustrofóbica situación de la carencia de Largeman del control sobre su propia vida y sensaciones. Pero estos elementos se convierten en comedia y se mezclan más adelante con muchos momentos divertidos de un tipo de humor tan sutil a veces como visual en otras. Con la llegada de Sam, el color, la luz y los espacios abiertos aparecen en la puesta en escena así como en la vida de Largeman. Otros elementos de este género son la evolución del carácter al volver a sus raíces (muy común también en las road movies) y, por supuesto, los elementos románticos: los personajes hechos el uno para el otro que parecen tan diferentes al principio, la chica que cambia la vida del chico… etc.

A pesar de ser elementos muy convencionales de los géneros que toca, la mezcla funciona, y transmite una sensación muy diferente a la de una película de sobremesa cargada de frases oídas mil veces con anterioridad. Al final, sin embargo, esta mezcla desafortunadamente acaba cayendo en el tópico para ajustarse a las convenciones tradicionales del happy end de Hollywood, pero todavía permite un cierto sitio para imaginación de los espectadores y su propia interpretación, lo que te deja con el buen sabor de boca de haber visto una buena película “independiente”.



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